Hoy, yo tengo treinta y ocho años. Quiero que alguien lo sepa bien. Claro, sé que esto no es importante.
Pero, yo tengo treinta y ochos años. Quiero que tú lo sepas bien, porque piensas que esto no es imporante y porque insistes en que lo ignore.
Ahora, yo tengo treinta y ocho años. No son treinta y ocho años ordinarios. Sin ti, serán treinta y ocho años solitarios. Contigo, serán treinta y ocho años benditos.
Por eso, quiero que sepas bien que hoy yo cumplo treinta y ocho años.
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